martes, 17 de junio de 2008

A veces me invaden esas tremendas ganas de dejarme caer de nuevo, y quedarme ahí, tirada en el piso. a veces me tienta permanecer el día callada, sin siquiera levantar el teléfono aunque éste no pare de sonar, para después darme cuenta que llevo horas sin emitir palabra. algunos días se me hace que no sentir nada era más fácil, que transcurrir en vez de vivir ahorraba el dolor, pero después recuerdo los nudos en mi garganta: una de las tantas expresiones de mi cuerpo, que me rogaba que por favor sacase las lágrimas de mis extrañas, que expulsase la angustia de un modo saludable. pero yo lo reprimía, lo escondía, me forcé a creer que el dolor había desaparecido.

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